La soledad, mal de nuestro siglo

Es casi madrugada sobre el asfalto nevado cuando un pasajero sube al taxi de Juan. "Calle Prim, 54". Juan arranca, pero tiene que frenar en seco porque no ha visto el semáforo en rojo. "¡Oiga usted, tenga cuidado, carajo!" Juan se vuelve para disculparse y explicarle al cliente que la semana pasada murió su hijo y que él..., pero el elegante caballero se ha puesto a hablar por el teléfono móvil.

Asi empieza un texto que hoy estuve leyendo y me hizo pensar mucho en esto. Siempre escuché decir que el hombre no ha sido creado para estar solo, para vivir aislado del mundo y perderse en los confines de su interioridad, sin poder compartir "algo", aunque sea "algo" con "alguien" y mostrarse a los demás.
Para eso existen las familias, las comunidades, los matrimonios, los grupos de amigos, incluso, los bares, las discotecas, etc; para que no haya la necesidad de estar solo y siempre estés con alguien a tu costado, aunque sea una persona que acabas de conocer hace unos minutos.
Y es que el mundo, no lo puedo negar, te ofrece espacios en los cuales siempre estarás rodeado de gente y en donde, aparentemente, no vivirás la soledad. Obviamente la finalidad no es esa, ni tampoco alguien premeditadamente lo hace para que te sientas cómodo, sino que simplemente existe porque es obvio también que en un lugar donde hay millones y millones de personas, con alguien te debes de topar y con alguien podrás compartir algo.
Compartir algo. Eso me hace pensar muchas cosas más. Leí que la ONU estima la población mundial para el año 2 150 entre 3 600 y 27 000 millones de habitantes. Es un culo de gente, pero ¿eso necesariamente significa que habrá entre 3 600 y 27 000 millones de personas con las cuales podrás conversar cuando te sientas triste o deprimido, alegre o confundido?
Si bien somos un planeta, vamos, un país, donde año a año el número de personas va creciendo (27 949 639 habitantes actualmente), muchas veces he escuchado que a pesar de que somos mucha gente, el hombre nunca ha estado más solo que ahora. Y es que, como decía antes, no basta con tener alguien a tu costado, sino que la soledad se vuelve parte de nuestra vida cuando no tenemos la capacidad de comunicarnos y exteriorizar nuestras emociones, nuestras necesidades, nuestra vida entera.
Muchas veces somos los más populares de nuestro grupo, los más palomillas, los que nos reimos de todo y de todos, pero tal vez por dentro estamos aturdidos con problemas o situaciones que nos llevan a tratar de escapar de todo eso y olvidarnos por un momento. O tenemos un montón de teléfonos en nuestro directorio del celular o en nuestra agenda, pero nadie nos llama, y por último, a nadie llamamos.
Esto se hace cada vez más frecuente. Nuestras conversaciones son tribiales y sin sentido, hablamos de todo, pero no decimos nada. Nos comportamos como la sociedad manda y no somos verdaderamente auténticos con los demás. Date cuenta que eso lo percibe la gente y será así como te consideren. Hay gente que se puede pasar todo el día viendo la tele o jugando el PSP y no pestañar ni un segundo para hacer otra cosa. No es necesario que te pongas a hablar sobre cosas profundas para que la gente piense que haz madurado, pero al menos olvidate un rato de meterte el dedo en la nariz y piensa que podrías aprovechar ese momento para decirle a tus padres que los amas, o a ella que te perdone, o a tu pata que valoras su amistad.
Existe mucha gente joven como nosotros que vive completamente aislada del mundo, y no sólo porque decide no salir a la calle o o prender la tele, sino porque a pesar de hacer eso, incluso tener un trabajo y una pareja, decide asumir su soledad como forma de vida.
Recuerdo que en la universidad teniamos un pata que era recontra callado, introvertido, vivía ensimismado y hablaba poco con la gente, incluso cuando lo hacía nos sorprendiamos. Era tan callado pero tan callado, que cuando pasaban lista para algo, él no contestaba y la gente se cagaba de risa porque era para nosotros el colmo. Le deciamos Kenny (como el de South Park).
Al comienzo era un chongo, pero ya con el tiempo nos dimos cuenta que, primero, era recontra raro que una persona, joven sobre todo, sea así; segundo, no era el único pues había mucha gente que hacía lo mismo, pero a su manera. No hablaban con la gente y cuando lo hacían era para decir huevadas. Cada uno tiene se manera de evadir a los demás y no mostrar lo que son en verdad.
Lo peor es que la soledad misma nos puede llevar a pasar por problemas más graves que no sólo se relacionan con no tener amigos, o despreciar a tu familia, sino que puede llegar a la farmacodependencia o el uso de drogas o alcohol.
Acabo dejándoles un párrafo que me pareció una buena conclusión de todo esto.

El antídoto contra la soledad es la comunicación y la capacidad de relación
"Para salir del aislamiento es necesario hacer contacto, primero con nosotros mismos y después con los demás: familia, amigos, entorno laboral e incluso personas con las que sólo cruzamos cuatro palabras para comprar el pan", añade Adolfo Jiménez. "Por mucho que las cifras conviertan la soledad en un fenómeno social, ésta no deja de ser un problema íntimo y personal para el que no caben soluciones globales. Tal vez haya que aceptar que la soledad no va a abandonarnos nunca del todo, pero es bueno saber que podemos modificarla y, lo que es igualmente importante, aprender a convivir con ella".