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lunes, diciembre 12, 2005

Síndrome navideño

La Navidad está cerca. Ya la calles de mi ciudad están, poco a poco, poblándose con luces multicolores, sonoros villancicos, ringtons navideños en los celulares, y uno que otro herido con rasca pies o cuetecillos. Desinflados papá noeles y adornos con mangueras luminosas y fierro de construcción han poblado las calles y casas, intentado crear un ambiente propio de esta fiesta, que para muchos, será como un día más.

El espíritu navideño anda por doquier. Época del año donde, desesperadamente, la gente trata de olvidarse de sus problemas para vivir unos días de alegría. A veces la cosa, en la mayoría de los casos, sale peor, pues se dan cuenta que este año la plata no les alcanza para el pavo y tendrán que conformarse con un pollito a la brasa sin papas, o en vez de panetón un bizcocho.

La Navidad también es época de felicidad, paz, gratificaciones y cuanta ocasión suponga un pequeño desenbolso monetario o billetario, en bien de tan magna celebración. Si tienes hijos, ya fue tu grati; si tienes sobrinos, es la misma cosa. Si no tienes a nadie a quien regalar, alguna excusa buscarás para, aunque sea, regalarte a ti mismo ese para de sandalias que tanta falta te hacen, o esa máquina de afeitar que cambiarás por esas incómodas descartables.

Propio de estos días, y para no ser ajeno al resto del mundo, en mi oficina ya están organizando la famosa celebración de navidad, con intercambio de regalos incluida. Ya están elaborando el presupuesto y los papelitos con nuestros nombres escritos para sortear y ver a quien debo regalar algo esta vez. La verdad, este año no estoy muy emocionado con el asunto, pues con los gastos que tengo pendientes para este mes, y que no tienen nada que ver con la navidad, no se si me alcanzará algo para esa noche.

Y no se si esto será contagioso. En estos días he escuchado mucho este comentario: "No se por qué, pero en estas fechas siempre me deprimo." Ojalá no se me pegue eso, porque si no padeceré de un ataque de histeria navideña. Faltan 12 días... y sigue el conteo regresivo.

© Copyright 2005 / Fredy Zegarra